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miércoles, 7 de noviembre de 2007

Capitulo 7: La inusual familia.

¿Quienes son ustedes, pequeñitos? - dijo una de las mujeres que se encontraba en el grupo.
Nosotros, venimos de unas calles más abajo, queremos saber quienes son ustedes- repitió Paola.

Nosotros somos la familia Valdenegro, llevamos aquí un par de días, los atacantes nos han seguido y se han llevado a nuestra tía- dijo uno de los niños del grupo.

Nostros estamos en una situación similar- dijo Alejandro sin querer dar mucha información.

La familia les dió víveres y mucha comida, lo disntinto a las personas que habían visto es que esta familia no se veía desaliñada como las demás personas sobrevivientes, se demostraban muy amables, algo que inquietó a algunos.

La familia estaba constituida por los padres y dos hijos, bastante delgados todos, con mirada perdida, pero felíz y con torpe caminar, pero agradables temas de conversación.

Conversaron con la familia durante unos minutos y fueron invitados a descansar en la parroquia,armaron unas camas artesanales con ayuda de los bancos de la parroquia y algunas vestmentas de cura como frazadas.

Cuando estaban todos descansando y recuperando energías para al otro día ir a otro lugar uno de los del grupo no podía dormir, algo le inquietaba.

Jesús, Jesús, despierta- dijo suavemente.
¿Qué pasa , Javier? ¿Por qué no estás durmiendo? - dijo Jesús en un tono soñoliento.
Em, esta familia, me da mala espina, te juro que no confío en ellos- dijo Javier.

A mí tampoco, en la mañana nos iremos, pero...

Un grito desgarrador rompió la tranquilidad general, algunos se levantaron instintivamente , otros permanecieron acostados.

¿Están todos bien? - gritó Alejandro.

¡Falta Marion!- gritó Lee desde un extremo cerca de una figura de ángel.

La buscaron durante mucho tiempo, pero fue inútil, y tampoco estaba la familia, la inusual y alegre familia, al parecer eran parte de Ellos, o tal vez solo decidieron cambiar de vivienda, o quien sabe.

Lee lloraba desconsoladamente, Jesús golpeaba la pared con rabia, Alejandro miraba la nada misma. Nadie sabía que hacer. Sólo jóvenes, jóvenes en un robelma gigante, ¿solución? Pelear. Y ganar, y encontrar a todos. A TODOS!

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